domingo, 16 de noviembre de 2008

CHARLES CHAPLIN



Charles Spencer Chaplin nació en East Street, en el barrio de Walworth (Londres) el 16 de abril de 1889, según información dicha por él mismo ya que no consta documentación oficial de su nacimiento. Sus padres fueron artistas de music-hall. Comúnmente se suponía que era judío, lo que parece no ser cierto. Se sentía fuertemente identificado con los judíos, a los que defendía, pero no hay ninguna fuente documentada para afirmar con certeza si su padre era de origen judío. Por el otro lado, se sabe que su madre, Hannah Smith, de nombre artístico Lily Harley, fue una mujer de la etnia gitana Romanichel[1] , y probablemente también su padre lo fue. Cuenta el hijo de Chaplin en su biografía que su padre se sentía extremadamente orgulloso de su sangre romaní.
La familia de Charlie vivía sumida en la terrible pobreza urbana del Londres de finales del siglo XIX. Su madre, actriz de teatro, vio truncada su carrera debido a que padecía esquizofrenia, y su padre era alcohólico. Charlie creció en el barrio de Kennington, rodeado de muchos actores de music-hall. Su padre fue un cantante de tal tipo de espectáculos.
Charlie quedó al cuidado de su madre cuando sus padres se separaron, poco después de su nacimiento. Su padre murió cuando Charlie tenía 12 años, y éste (junto con su hermano Sidney) pasó largos períodos de tiempo en orfanatos. Charlie era zurdo, al igual que su hija Geraldine Chaplin y sus nietos Tania Chaplin, Suso Chaplin y Dolores Chaplin.


Los comienzos


Charles y su hermano Sidney, dos años mayor, habían heredado el talento artístico de la familia y comenzaron a trabajar en ello desde niños. Cuenta el propio Charlie que su primera aparición pública fue a la edad de 5 años, sustituyendo a su madre en un teatro londinense. Ahí empezó a trabajar como actor infantil en el teatro, y recibió buenas críticas. Mientras, su hermano se había convertido en una de las estrellas del grupo cómico de Fred Karno, y convenció a éste para que contratara a su hermano para hacer un sketch, y posteriormente, lo envió de gira por Estados Unidos, a comienzo de la década de los años 1910.


Primeros años en el cine


El productor cinematográfico Mack Sennett le ofreció un contrato, y Charlie se fue con él a Hollywood. Al llegar a la «meca del cine» ya tenía una buena reputación como comediante y rápidamente se encontró protagonizando películas que tuvieron un éxito inmediato. En su primera película, Charlot periodista, todavía no tenía la imagen que le caracterizaría siempre, pero ya en la segunda Carreteras sofocantes, en 1914, llevaba su indumentaria de vagabundo. Parece ser que el famoso traje se lo compuso mediante aportaciones de cómicos amigos: la chaqueta de Charles Avery, los pantalones de Fatty Arbuckle, las botas de Ford Sterling, y el bigote de Mack Twain.
En todas sus posteriores películas interpretó a un vagabundo que buscaba mejorar su vida sin conseguirlo nunca. La población que buscaba el «sueño americano» se identificaba con estas historias, y las aventuras del vagabundo tuvieron éxito continuo durante más de diez años, aunque el personaje fue evolucionando.
En la compañía Keystone, Charlie rodó más de 30 películas, y a partir de la vigésima empezó también a dirigirlas.
En febrero de 1915 cambió de compañía, esta vez se unió a la Essanay, donde dirigió y protagonizó algunos de sus mejores cortometrajes, y empezó a usar una serie de actores fijos para sus películas, como Edna Purviance o Eric Campbell. En sus últimas películas para esta productora empezó a hacer un cine con una gran crítica social.
Por aquel entonces, Chaplin ya cobraba 10.000 dólares a la semana, más extras. Empezó a rodar películas cada vez más complejas y con unos gags mucho más elaborados que en sus películas anteriores, como Charlot en la playa (1915), The Cure, 1917), o Charlot a la una de la madrugada (One A.M., 1916), y tocó temas muy críticos con la realidad norteamericana, como El emigrante (The Inmigrant, 1917) o Charlot músico ambulante (The Vagabond, 1916).

El chico


En otoño de 1917 Charlie volvió a cambiar de productora, esta vez firmó para la First National, con la que colaboraría en los siguientes años y que le consiguió el estudio en el que rodaría la mayor parte de sus películas. Allí hizo Vida de perro (A Dog's Life, 1918) y Armas al hombro (Shoulder Arms, 1918).
Fue entonces cuando rodó El chico (The Kid, 1921), con el niño Jackie Coogan, que acabó por convertir a Charlot en uno de los iconos, no ya del cine, sino de la historia. Este largometraje es una de las piezas más fascinantes en la historia del cine y sin duda es de las mejores que haya realizado Chaplin. Tal es así que en el año 1971 él mismo compuso la música para la misma, que había sido rodada muda. La película tiene como eje central la importancia del amor humano, de los afectos y como siempre una alta crítica social. Cuenta la historia de un hombre que encuentra, adopta y decide criar a un bebé que fue abandonado por su madre. La relación entre ellos dos (Charlot y el niño) es fantástica y muy enternecedora, a tal punto que lleva al espectador al llanto. Esta cinta fue tan importante para él porque buscó mostrar en el niño lo que había sido su propia infancia. La filmación duró más de un año y en la misma Chaplin afrontó varios sucesos importantes que habían marcado su vida.
El chico es el primer film en el que Chaplin no oculta su intención de expresar lo trágico. Hasta entonces parecía resistirse, querer recrear la vida bajo el signo del humor, pasando alternativamente de la broma a la fantasía. Esta vez nos presenta un drama banal que bajo ese aspecto alcanza el nivel de obra maestra. Para expresarlo renuncia a la utilización de rostros y de decorados que ha quedado como uno de sus secretos.
Siendo ya millonario, Chaplin regresó a Europa sólo para buscar y llevarse a América a su madre, que se encontraba recluida en un psiquiátrico. Pese a esto, ella nunca sería consciente del triunfo de su hijo debido a su estado mental.


La United Artists


Cuando acabó su contrato, fundó junto con Mary Pickford, Douglas Fairbanks y David W. Griffith la United Artists, el 5 de febrero de 1919, y pudo rodar su primer largometraje, Una mujer de París (A Woman of Paris, 1923). Fue un fracaso comercial, ya que intentó que fuera una película dramática y no acabó de gustar al gran público; sin embargo, sus dos siguientes películas, La quimera del oro (The Gold Rush, 1925) y El circo (The Circus, 1928), se convertirían en dos de las películas más taquilleras del periodo mudo. Son consideradas como dos de las mejores de toda su filmografía, y de hecho la segunda es la única de Chaplin en haber conseguido un Oscar, premio que no se le volvió a otorgar (de manera honorífica) hasta 1972, como un acto de disculpas por tantos años de persecución y castigo por parte de la prensa norteamericana (sobre todo la de William Randolph Hearst) y en especial del FBI, predecesor en las persecuciones contra los artistas a la Guerra Fría (ver abajo Chaplin y el Mccarthismo). La United Artists produjo otras muchas películas, y en el año 1952 fue comprada por Arthur Krim. Sigue funcionando como productora en la actualidad.


El cambio al sonoro


Chaplin fue reticente a abandonar el cine mudo, por lo que sus películas perdieron un poco el atractivo frente a las nuevas producciones sonoras que empezaron a producirse a partir de 1929. No quería que su personaje, Charlot, que había creado con tanto trabajo, hablara, porque sabía que eso sería su fin. De hecho, aunque en El gran dictador (The Great Dictator) y en Candilejas (Limelight) Chaplin sí habla, el personaje del vagabundo Charlot nunca lo hizo en una película, ni siquiera en Tiempos Modernos donde el resto del elenco sí lo hace. Es así que Chaplin rodó Luces de la ciudad (City Lights) como película muda, pero con música grabada dentro del film, compuesta por él mismo. De forma injusta, la banda sonora incluía una versión instrumental de La violetera del español maestro Padilla omitiendo su autoría real. Chaplin había conocido esta canción en la voz de Raquel Meller, que entonces triunfaba en los Estados Unidos y a quien deseó incluir como protagonista femenina, sin conseguirlo.

Tiempos modernos


Tiempos modernos (Modern Times, 1936), es la última película en la que aparece Charlot como personaje. Aunque es una película sonora, en realidad su personaje no habla demasiado, y sigue manteniendo la mímica de las películas mudas. Los sectores más reaccionarios y puritanos de Estados Unidos se enfurecieron con esta película, que es considerada una de las obras maestras de la historia del cine.

El gran dictador

Las críticas contra Chaplin aumentaron cuando realizó esta película, El gran dictador (The Great Dictator, 1940), protagonizada junto a Paulette Goddard, su tercera mujer.
La película era una crítica contra el nazismo alemán y, por extensión, contra todos los fascismos y dictaduras. Comenzó a rodarla la misma semana en que comenzó la Segunda Guerra Mundial. Anteriormente, Chaplin había ya declarado sobre Hitler que éste «le había robado el bigote» y la verdad es que su parecido físico con el dictador hace que la película sea aún más hilarante.
En ésta, Chaplin juega a representar dos personajes, el del dictador y el del barbero judío, a quien confunden con aquél. Adenoid Hynkel, como nombra a su personaje, en una clara parodia de Adolf Hitler, y la magnífica interpretación de Jack Oakie como Benzino Napoloni, evidente parodia de Benito Mussolini, son sencillamente geniales. Parece ser que Hitler vio El gran dictador, si bien no se conoce ningún comentario suyo al respecto.
La película fue estrenada en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial y, en su última escena el personaje del barbero lanza un discurso, calificado por muchos como ingenuo, en el que Chaplin evidencia sus deseos de paz para Europa y de construir un mundo mejor:
«Lo lamento, pero yo no quiero ser un emperador, ése no es mi negocio, no quiero gobernar o conquistar a alguien. Me gustaría ayudar a todos si fuera posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos. Todos deberíamos querer ayudarnos, así son los seres humanos. Queremos vivir con la felicidad del otro, no con su angustia. No queremos odiarnos y despreciarnos. En este mundo hay sitio para todos, y la tierra es rica y puede proveer a todos. El camino de la vida podría ser libre y hermoso...»
Discurso final del barbero hebreo/Chaplin en El gran dictador (1940).
Posteriormente, Chaplin comentó que si hubiera conocido cuál era la realidad de los campos de concentración nazis, no habría rodado la película.
En Estados Unidos, que durante los dos primeros años de guerra permaneció neutral, fue causa de muchos problemas para su autor y fue utilizada como excusa para perseguirlo por supuestas actividades "antiamericanas".
La película fue censurada en España, y no llegó a los cines hasta 1976, 36 años después de su estreno, y después de la muerte del dictador Francisco Franco.


Chaplin y el Mccarthismo


Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, se desató en EEUU lo que se conocería como «caza de brujas». Este fenómeno consistía en una política estatal que perseguía a los «comunistas» estadounidenses en un intento supuestamente de proteger la seguridad nacional. Aunque en ningún momento se ilegalizó el Partido Comunista de los Estados Unidos, lo que hubiera supuesto un atentado en contra de los derechos civiles de los ciudadanos, sí se investigó y en muchos casos se arruinó la vida de quien fuese o pareciese ser comunista).
Chaplin ya había tenido muchos problemas con el Comité de Actividades Antiamericanas, y en general con los tribunales norteamericanos. Por un lado, debido a sus ideas progresistas, exhibidas públicamente en todos sus cortometrajes y en muchas de sus películas, como Tiempos modernos o El gran dictador, hizo que se buscara cualquier excusa para meterlo en la cárcel. Lo acusaron de incumplir la Ley Mann, según la cual era delito trasladarse a otro estado para fines sexuales, cuando llevó a Joan Barry, novia por aquel entonces a la que superaba en 30 años su edad, desde Los Ángeles hasta Nueva York. Debido a la psicosis provocada por el miedo a los comunistas, fue acusado de ser comunista basándose en una serie de «pruebas»: en un mitin había dicho que debía abrirse un nuevo frente contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial; participó en un acto de solidaridad con Rusia en San Francisco, e intervino en un acto sobre arte ruso en Nueva York.
Su película Monsieur Verdoux (1947) fue otra excusa para justificar esta persecución, ya que en ella establecía un paralelismo entre los crímenes del protagonista, y los de las grandes potencias en período de entreguerras.


El exilio


En el año 1947, el Comité de Actividades Antiamericanas empezó a presionar a la fiscalía para que deportara a Chaplin, «cuya vida en Hollywood contribuye a destruir la fibra moral de América». Fue llamado a testificar en el Comité en varias ocasiones, pero no se presentó nunca. Al mismo tiempo, lo estaban acosando los Veteranos de Guerra Católicos, una asociación reaccionaria, que le acusaba de haber escrito una carta a Pablo Picasso, peligroso comunista para ellos, y un senador llegó a decir que «el comportamiento de Chaplin se aproximaba peligrosamente a la traición».
El 17 de septiembre de 1952, el fiscal general de Estados Unidos dio instrucciones a inmigración para retener a Chaplin, su esposa y varios de sus hijos, cuando viajaban en el Queen Elizabeth para asistir al estreno de Candilejas en Europa, hasta que las leyes norteamericanas decidiesen si debía ser expulsado. Lo acusaron formalmente de «pertenecer al Partido Comunista, así como de graves delitos contra la moralidad y de formular declaraciones que demuestran una actitud hostil y de menosprecio hacia el país gracias a cuya hospitalidad se ha enriquecido».


Últimos años


En abril de 1953, el actor se estableció en Suiza. En 1957 rodó una película en la que parodiaba a EE.UU. y la paranoia que le llevó al exilio, Un rey en Nueva York. En 1966 rodó su última película, La condesa de Hong Kong, protagonizada por Marlon Brando y Sophia Loren. La película fue un fracaso comercial y los críticos no la respaldaron, pero tanto Brando como Loren dijeron que no podían decirle que no a un genio tan grande como Chaplin.
Dos décadas después de su salida, ya anciano, le fue concedido el permiso de regresar a Estados Unidos para recibir un Oscar Honorífico (1971) «por el incalculable efecto que ha producido en el arte del siglo XX, el cine», y que muchos interpretaron como un intento de reparación de todos los daños que le habían causado (si bien Chaplin ya había obtenido un Oscar Especial por su película El circo). La entrega del premio se preparó especialmente; de hecho fue la única vez en que el premio a la Mejor Película no se entregó al final, momento que se reservó para Charlie Chaplin. Todos los ganadores de la noche fueron invitados a subir al escenario para que el mismo presidente de la Academia Daniel Taradash presentase el galardón luego de veinte minutos en que exhibieron los mejores momentos de su filmografía. Finalmente Chaplin aparecio y el público aplaudió durante siete minutos (la ovación más larga en la historia de los Oscar). Al fín, Chaplin tuvo su oportunidad de hablar diciendo estas palabras:
«Las palabras parecen tan insignificantes, tan inútiles. Sólo puedo decir que... gracias por el honor de ser invitado aquí, y... oh son gente maravillosa y dulce, gracias».
En reconocimiento de sus destacados méritos fue nombrado Sir (caballero) por la reina Isabel II de Inglaterra y se convirtió en Sir Charles Chaplin (1975). Finalmente, este humilde hombre que había cambiado el cine para siempre, había recibido una pizca del reconocimiento que se merecía.
A comienzos de los años 70, Chaplin comenzó a escribir la música y partituras originales para sus películas mudas, para estrenarlas como versiones definitivas. En total compuso la música de todas sus películas cortas de la etapa con First National (1918-1923), y también de sus largometrajes El chico y El circo. Su último trabajo completado fue la musicalización de su película de 1923 Una mujer de París, en 1976.
Charlie Chaplin era cómico dentro y fuera del cine. Gustaba a la gente y le gustaba la gente. Se recuerdan escenas públicas como aquella en un restaurante en que, al pedir su plato preferido de pescado, pescado a la plancha entero y muy grande, se ponía a dramatizar mientras todo el restaurante miraba desternillándose de risa cómo se lo comía lamentando su pérdida. U otras como probar el vino que le daba el camarero en su primera copa, escupirla con enorme asco ante el asombro de todos, incluido el camarero, y cuando se hacía el silencio mirar al camarero y decirle: «¡Excelente!». Son anécdotas de cómo la vida con él era una caja de sorpresas. (Comentado por su hija Geraldine en entrevistas).
En los últimos años de su vida se mantuvo alejado del mundo en su mansión de Corsier-sur-Vevey (Suiza), donde falleció el 25 de diciembre de 1977, mientras dormía, a la edad de 88 años. Alguna vez su hija Geraldine comentó curiosamente que a Charlie Chaplin nunca le gustó la Navidad ni disfrutar de ella, y que murió ese mismo día para recordarles todos los años la fecha de su muerte.
El 1 de marzo de 1978 su cuerpo fue exhumado y robado por un pequeño grupo de mecánicos polacos en un intento de extorsionar a la familia. El plan no funcionó y los ladrones fueron capturados, recuperándose el cuerpo once semanas después cerca del Lago Léman. Este fue enterrado de nuevo en el mismo sitio, pero bajo dos metros de cemento para evitar otros posibles robos.

No hay comentarios: